Lula – la: Un faro para América Latina, una esperanza para Brasil.
La vuelta de Lula al ruedo de la política trajo consigo la ilusión para el pueblo brasileño, un pueblo que sueña con un Brasil para todos y todas, como también la trajo para la región, ya que el país más grande del continente vuelve a tener en su liderazgo un hombre de lucha, un trabajador que entiende de demandas reales, un político que supo potenciar a Brasil en la región y a ésta hacia el mundo.
El regreso de Lula a la política ha sido de las cosas más celebradas en los últimos años. Después de haber sido condenado a prisión y haber cumplido 19 meses de encierro, consiguió su libertad. Pagó el costo de un encarcelamiento injusto y político y, además, el no poder presentarse como candidato en las elecciones de 2018; esto no lo afectó solamente a él sino también la fuerza política y todo el pueblo brasileño.
El 7 de mayo de este año Lula decidió lanzar su candidatura. En esa fecha en la que vencía el plazo legal para presentar su candidatura, el Partido dos Trabalhadores – o en su famosa sigla el PT - realizó el lanzamiento de la candidatura Lula – Alckmin, en San Pablo, en un acto con invitados/as de todo el mundo, con representación de todas las organizaciones – políticas, sociales, sindicales - que decidieron apoyarlo y con gran presencia popular.
La fórmula:
Llegar a esta fórmula presidenciable no fue una tarea fácil para el PT, ya que la alianza con Alckmin le costó varias críticas tanto a Lula como a la organización política, muchos alejamientos y algunas rupturas dentro las organizaciones que decidieron apoyarla. Todas estas acciones, si bien tenían como fin superior un mayor alcance electoral, fueron generadoras de complejidades políticas de difícil resolución, tanto en la propia interna del PT como con sus votantes y sus aliados electorales, lo que imposibilitó al comienzo de la campaña que la fórmula presidenciable pudiera hacer giras o asistir a eventos de lanzamiento de la misma.
Alckmin es un viejo conocido para Lula y el PT, ya que en las elecciones de 2006 fue su contrincante en ambas vueltas electorales. Fundador del PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña) o mejor conocido como el partido de Temer – quien le dio el golpe a Dilma –, fue también gobernador de San Pablo; por ambas situaciones fue cuestionado, tanto por la vinculación con Temer como por su carácter autoritario e impositivo ante los movimientos sociales de esta ciudad estadual. Pero ello no fue impedimento para que el año pasado migrara del PSDB al PSB (Partido Socialista Brasileño), lo que le permitiría ser electo como el vicepresidente en la fórmula Lula – Alckmin.
Este movimiento no pasó desapercibido ya que, en la historia de los gobiernos del PT en Brasil, tanto de la mano de Lula como de Dilma, los aliados electorales han sido los primeros en traicionar estas alianzas, generando rupturas en los gobiernos e, incluso, golpes de estado. El cambio de partido, por más que se diga que fue por el distanciamiento con Temer y sus vínculos, le habilitó la posibilidad de acompañar a Lula en la fórmula presidencial, lo que generó ciertas suspicacias. Sin dejar de lado lo que implica políticamente esta alianza electoral para poder sacar del gobierno a Jair Boslonaro, no deja de ser una alianza con un histórico contrincante político e ideológico.
Cuando el fascismo sí es tu enemigo.
Cuando hablamos de fascismos para señalar algunos actores en la política local no dimensionamos ni conceptualizamos correctamente el significado que tiene esa palabra. En Uruguay tenemos derechas y algunas derechas más extremas, no así fascismos, como si tiene Brasil. Hoy ese fascismo se ve simplificado y concentrado en el actual presidente Bolsonaro, pero se reproduce en todos los estratos de la sociedad brasileña y de la política, utilizando a este señor como chivo expiatorio de movimientos fascistas nacionales e internacionales de mayor alcance.
La lucha contra el fascismo en la historia de la humanidad, trajo consigo las más variopintas alianzas, a veces han sido solo electorales y otras de más larga duración, lo que las convierte en estratégicas; esto hace que muchas veces encontremos a las izquierdas aliándose con sus históricos enemigos y sus propios verdugos. Brasil hoy no es la excepción de estas alianzas, porque Bolsonaro representa en su persona ese fascismo que ha sido imposible de erradicar tanto de nuestra América Latina como del mundo (alcanza ver las recientes elecciones en Italia, la situación con Ucrania, por ejemplo), y que hoy Lula en alianza con el ex PSDB, se dispone a batallar.
¿Es necesaria esta alianza para sacar al pueblo brasileño de las sombras, la pobreza extrema, del deterioro de las relaciones intrasociales, de la ruptura del entramado del sistema? Sí, es necesaria. Es justificada, también. Pero antes de afirmar esas hipótesis debemos dejar en claro dos cosas: primero, el fascismo siempre opera igual y oprime a los/as mismos/as, y quienes nos consideramos de “izquierda” siempre lucharemos en contra de estas políticas, pero eso no nos da el poder de deslegitimar al pueblo brasileño que elección tras elección toca la pantalla y elige su voto; y segundo, esto no garantiza la estabilidad en el gobierno de Lula. No se trata de avivar fantasmas, se trata de entender las alianzas y los costos que estas puedan traer en un escenario no favorable para la izquierda brasileña.
Un nuevo marco electoral, el bloque parlamentario de apoyo.
En esto de las alianzas electorales, los grupos políticos que apoyan la fórmula Lula – Alckmin se juntaron en un bloque electoral, algo así como lo que sería el sublema en nuestro país. Por lo tanto, la fórmula tiene el apoyo inicial y político del PT, del Partido Socialista de Brasil (PSB), Partido Comunista de Brasil (PCB), Partido Verde (PV), el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Rede Sustentabilidade, Solidariedade: todos firmaron el documento llamado “Directrices para el programa de reconstrucción y transformación de Brasil 2023-2026”, donde esbozan algunas de las ideas políticas de transformación y re construcción del Brasil.
Cada interna no fue ajena a las complejidades que esta alianza electoral tuvo, incluso llevando a algunas organizaciones a partirse o tener divisiones internas, pero terminó primando la elección de una alternativa a Bolsonaro antes que la permanencia del mismo.
Lula- la: el salvador de Brasil.
La figura de Lula da confianza y seguridad tanto de que puede, como de que podrá, con las adversidades que esta alianza le trajo y traerá, porque actualmente Lula es un político casi autónomo, líder del PT sí, pero con un nuevo vuelo y legitimidad, luego de su persecución política y judicial. Esto no es poner en dudas las capacidades de Lula, que han sido más que demostradas en sus períodos de presidente, como militante social, político y sindical, sino que se trata de poner el foco en el estudio, seguimiento, atención y análisis de estos nuevos comportamientos de los líderes políticos: ya sus organizaciones no son su único sostén y respaldo, ni sus alas para volar, estas serán sustituidas por su propio peso e impulso personal, sus alas serán su política y su gestión.
Estamos ante la salvación sí del pueblo brasileño en particular y de nuestra América Latina en general, pero también estamos ante dos eventos nuevos en el barrio, pero ya conocidos en la historia de la humanidad: las alianzas en contra del fascismo y las gobernanzas cuasi personalistas en los/as representantes de la izquierda. Sucesos que deberán tener el seguimiento debido y que será analizado día a día cuando se ponga en marcha el plan de acción.
Octubre, otra vez, un mes decisivo:
Este domingo 2 de octubre en Brasil se realizarán las elecciones en las que se elegirá presidente y vicepresidente, gobernadores/as, senadores/as (aunque estos en un tercio de su total) diputados/as y legisladores/as estatales. Será electo presidente en primera vuelta aquel que tenga el 50% de los votos válidos – todos menos los nulos y los blancos - de lo contrario se irá a una segunda vuelta con aquellos dos que hayan obtenido la mayor cantidad de votos (que sería el 30 de octubre).
Las encuestas vienen dando desde el lanzamiento de la fórmula Lula – Alckmin, una tendencia favorable sobre la fórmula Bolsonaro – Braga Netto, también militar, con una diferencia entre Lula y Bolsonaro que oscila entre el 10% y el 12%.
Es una elección dura y que ha sido puesta constantemente en cuestionamiento por el actual presidente que se ha encargado de generar la duda de que las elecciones sean legítimas, ya anunció que solo las reconocerá si se dan con transparencia, dejando a entrever y entender que pueden ser fraudulentas. Esta campaña del actual presidente se viene dando desde hace mucho tiempo, más precisamente desde que se sabe que Lula sería su contrincante, provocando de esa manera un escenario incierto, llenando de dudas previas, presiones y hostigamientos; esto deja como resultado unos comicios en los que se pueda potenciar estas situaciones generadas por Bolsonaro y sus partidarios.
Si bien la diferencia porcentual se mantiene entre Lula y Bolsonaro, y algunas encuestas dicen que la fórmula Lula – Alckmin gana en primera vuelta, la definición puede ser reñida y quizás deba resolverse en la segunda vuelta electoral.
Nosotros deseamos, por la tranquilidad del pueblo brasileño, y la paz que este necesita, que la fórmula se declare triunfante en la primera vuelta, y así poder celebrar la caída del gobierno del fascista y nefasto del actual presidente Jair Bolsonaro
La lucha por recuperar aquel Brasil de hace unos años atrás y de los vínculos de este país con nuestros pueblos hermanos será larga y dura, tendrá en su camino piedras y recovecos, dependerá de la confianza política y solidez de las alianzas y de cómo se sortearán estas vicisitudes. Y así se empezará a re construir y transformar Brasil. Y será nuevamente un Brasil para todos y todas.
Hasta la Victoria.
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